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Foto del escritorSusana Rubies

Integra tu Sombra en ti.



“El trabajo con la sombra es un trabajo con el alma” (Carl Gustav Jung)

Nuestra psique está dividida en dos: nuestra personalidad y nuestra sombra. La sombra empieza a manifestarse entre los 2 y 3 años y se crea a partir de todo aquello que desde pequeños nos han hecho creer que “no se puede hacer”, que está "mal", que es "pecado", etc. y que, por lo tanto, vamos a reprimir. Está alimentada, por tanto, por las creencias, juicios y valores que nos ha inculcado nuestra familia, la sociedad, etc. La sombra es, por lo tanto, una polaridad de nuestro ser que queremos esconder porque la consideramos como “mala”.


El arquetipo de la sombra representa, según la psicología analítica de Carl G. Jung, el “lado oscuro” de nuestra personalidad. Se trata de un submundo convulso de nuestra psique donde se contiene lo más primitivo, los egoísmos más afilados, los instintos más reprimidos y ese “yo desautorizado” que la mente consciente rechaza y que sumergimos en los abismos más profundos de nuestro ser.


Sombra y Ego no son lo mismo. El Ego es la "careta" o personaje que nos hemos ido forjando para mostrarnos al mundo, mientras que la sombra es justamente aquello que no aceptamos de nosotros y que escondemos. Vamos por el mundo mostrando una cara pero escondemos la otra. Sombra y Ego siempre están en lucha: nuestra sombra siempre dice la verdad, pero nuestro ego siempre miente. A la sombra se la considera "mala" pero no lo es en realidad, es el ego el que la califica como tal. El problema no es lo que hacemos o no, sino el juicio que le pongamos a lo que hacemos. El concepto de sombra o reverso oscuro conforma esa dualidad tan común, que incluso le sirvió a Robert Louis Stevenson como inspiración para crear su ya clásico “Dr Jeckyll y Mr. Hyde”.



¿Cómo generamos sombra?

La sombra se genera en situaciones que nos desagradan, pero ante las cuales nos "reprimimos" y dejamos de hacer aquello que realmente nos "nace" hacer, como por ejemplo:

  • Ante cualquier cosa/situación o persona que no nos guste de nosotros o de los demás.

  • Que nos haga enfadar.

  • Que nos neguemos a aceptar.

  • Que temamos hacer.


La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuántas justificaciones nos damos en la vida para mantener situaciones que no queremos mantener? Al final, si no sabemos gestionar la sombra, ésta nos va a poseer. La sombra es más destructiva, insidiosa y peligrosa cuando más la “reprimimos". Cuanta más sombra vayamos acumulando, tarde o temprano esta saldrá de la manera más inesperada, de alguna de las siguientes maneras:

  • Con un grito o exabrupto fuera de lugar.

  • Con enfados exagerados.

  • Con un Lapsus linguae: errores que cometemos al hablar, especialmente al decir mal una palabra o decirla en lugar de otra.

  • Entrando en el juicio, la crítica y el chismorreo: aquello que criticamos es aquello que no nos permitimos hacer nosotros.


" Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos" (Carl Gustav Jung)


¿Cuándo liberamos la sombra?

La sombra la liberamos cuando la soltamos, o como se dice, cuando la "sacamos a pasear". Se da en las siguientes situaciones:

  • Cuando estamos solos y nadie nos mira, ya que no nos sentimos juzgados.

  • También lo hacemos cuando salimos por la noche, ya que es un momento en el que hacemos cosas que normalmente no hacemos durante el día: nos vestimos de forma diferente, nos desinhibimos, bebemos alcohol, etc. (de todos es bien sabida la frase: “los borrachos siempre dicen la verdad”).

  • Con el sentido del humor: bromas, chistes, memes, etc. (Otra frase popular al respecto y que lo representa a la perfección es “ríete hasta de tu propia sombra”).

  • Con la ironía: cuando nos reímos ante una situación dramática, estamos "tapando" el drama.


"Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad." (Carl Gustav Jung)


¿Cuándo integramos la sombra?

No renunciando a ella; aceptándola e integrándola en nuestro ser, permitiéndonos hacer aquello que nos negamos o reprimimos, pero aprendiendo a estar en el equilibrio. Debemos decidir en todo momento quiénes queremos ser, pero nunca ir en contra de ninguna polaridad de nuestro ser, porque cuanto más mostramos de un lado, más fuerza adquiere el otro y es entonces cuando nos alejamos de nuestro centro. Buda lo llamaba "estar en el sendereo del medio"; o, tal y como estaba escrito en el templo de Delfos: "nada en exceso".


Si queremos encontrar nuestra paz interior, tenemos que ponernos en paz con nuestra sombra.

La integración de la sombra en nuestra personalidad normalmente se da entre los 35-40 años (con la denominada "crisis de la mediana edad") que es el momento en el que nuestro ser ya busca comprender, "volver a casa" y encontrarse con su sabiduría.

No en vano, la sombra es el guardián del umbral de nuestro inconsciente (nuestro verdadero ser) y este guardián no nos dejará pasar si la juzgamos. Cuando no la juzguemos, y la aceptemos, ocurrirá el “milagro” de que observaremos el mundo y no lo juzgaremos, porque comprendemos su dinámica. Estaremos más tranquilos, más en paz, y ya no nos enfadaremos tanto, porque a la primera persona que vamos a comprender y no vamos a juzgar, vamos a ser a nosotr@s mism@s. Dejaremos de culpabilizar a los demás y a buscar la causa de nuestros problemas fuera. Sanaremos nuestras relaciones. Asumiremos nuestras responsabilidades, renunciaremos a los ideales de perfección y las exigencias. Aprendemos a vivir en la incertidumbre (en el aquí y en el ahora) y dejamos fluir.


"Confrontar a una persona con su propia sombra es mostrarle su propia luz" (Carl Gustav Jung).







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