Muchas veces vemos problemas ahí donde no los hay.
Es más, lo que pensamos que es un "problema", en realidad es una gran oportunidad.
Justamente hoy le he hecho la segunda de las sesiones a una chica (pongamos que se llama Diana) que vino inicialmente por un bloqueo de tipo laboral.
Ella quería dejar su puesto de trabajo como dependienta en una tienda de ropa y emprender su propio negocio. Sin embargo, no contaba ni con la formación necesaria ni con unos ahorros con los que poder arrancar.
- Bien, entonces ya sabes lo que tienes que hacer si quieres emprender: formarte y ahorrar. Aquí no veo ningún bloqueo emocional - le dije yo.
Ella se quedó perpleja.
- ¿Seguro que no hay nada más qué te inquiete? ¿es eso de lo que realmente quieres hablar? - continué.
Una ya lleva unas cuantas sesiones encima y puedo detectar con más o menos agilidad cuando un cliente "miente". No es que lo haga queriendo, sino que simplemente, a veces, ni siquiera es consciente de lo que realmente le pasa.
Diana continuaba desconcertada. No sabía qué responder.
Otro caso difícil, como a mí me gusta - pensé.
Entonces empecé a indagar a fondo por todas y cada una de las áreas que yo consideraba importante indagar. Y finalmente, casi al finalizar la primera sesión, y después de muchos titubeos por su parte, muchos "no me acuerdo", otros tantos "no lo sé" y otras muchas evasivas que usa el ego para no "entrar en faena", di con la clave.
Diana no tenía un bloqueo con el hecho de emprender o no. En realidad, y por debajo de todo eso, había un conflicto con su pareja.
O sea, nada que ver con lo que ella me planteaba en un principio.
Diana llevaba diez años con su pareja, no estaba satisfecha con la relación desde hacía mucho tiempo y ahora él le planteaba mudarse a vivir a otra ciudad.
Eso supondría para Diana tener que alejarse de su ambiente y sobre todo de su hermana, que vive en su misma cuidad y con la que está muy unida. Diana no quería irse con él. En realidad, no quería estar con él. Y ese era su bloqueo: reconocerlo.
Es por eso que Diana se estaba planteando la manera de ganar más dinero para poder mantenerse ella sola (el sueldo que cobraba como dependienta no le llegaba) y así poder quedarse en su cuidad y no tener que irse con su pareja. Emprender representaba para ella su vía de escape.
Cuando le hice ver donde estaba su bloqueo en realidad, ella se emocionó y dijo "así es".
Hoy, en la segunda sesión, lo primero que me ha dicho ha sido:
- Susana, cada vez tengo más claro que quiero dejar a mi pareja.
¡Qué diferencia con la Diana de la primera sesión! De ver una mujer joven pero apagada, triste y perdida, a tener delante de mí (virtualmente) a una chica segura, decidida y sonriente. La cara le brillaba.
- ¡Qué bien! Me alegro de que lo veas tan claro- le dije.
- ¡Si!, necesito hacer mi vida, ¡necesito volar! Hace muchos años que siento que no estoy siendo yo – continuó ella.
Sin embargo, no iba a ser tan fácil. Una cosa es saber lo que tenía que hacer y otra bien distinta es hacerlo. A pesar de que a Diana le sobraban los motivos para alejarse de su pareja (el cual una persona controladora y posesiva, que no le dejaba espacio para nada) Diana llevaba encima una programación inconsciente de "no poder abandonar al hombre". Ahí estaba el bloqueo que le impedía pasar a la acción.
La madre de Diana abandonó a un marido alcohólico y maltratador, llevándose lejos a ella y a su hermana cuando eran muy pequeñas. A pesar de que Diana no lo decidió y se vio obligada a “escapar” con su madre y hermana, se sintió como que estaba abandonando a su padre, dejándolo solo.
Esa herida de “abandono (da igual quién abandone a quién, para el inconsciente el hecho es el mismo) es la que la marcó de por vida. Por eso, se buscó pareja con apenas 15 años (la misma pareja con la que todavía seguía) para “estar cerca del hombre” y por eso le costaba tanto tomar la decisión de dejarlo. Su inconsciente no le permitía hacerlo, ¡volver a dejar solo al hombre! ¡imposible!
Pero esa era precisamente su prueba de vida. Tenía que trascender esa herida y seguir adelante. Liberarse de un sentimiento de culpa que, en realidad, no le pertenecía.
Al finalizar la sesión, y después de desgranar toda esa programación inconsciente, Diana lo veía todo de otra manera. Lo que se le planteaba como un verdadero "problema" al principio, el tener que dejar a su pareja, ahora lo veía desde otro punto de vista: era su gran oportunidad, su verdadera solución: poder vivir libre de una vez.
Esa libertad le supondría a Diana volver a conectarse con ella misma y quizás, emprender ese proyecto con el que soñaba, y que su pareja no apoyaba. Además, podría vivir junto a su hermana, al menos al principio, con lo que realmente lo tenía todo a su favor para dar ese paso.
Diana, por fin, ha podido tomar la decisión de forma segura y consciente.
Ha acabado la sesión con una sonrisa aún más resplandeciente. Se la veía realmente feliz.
Si tú, al igual que Diana, también quieres comprender:
Cuál es tu "problema" en realidad.
Observarlo desde otro punto de vista y considerarlo como tu gran oportunidad.
Tomar decisiones conscientes y seguras.
Entender por qué las terapias y/o métodos convencionales no pueden llegar a este nivel de profundidad.
Y lo más importante, vivir la vida que quieres y te mereces, de una vez por todas.
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Te mando un gran abrazo,
Susana.
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